- ¡Esto es una blasfemia! ¡Es una locura!
- ¿Una locura? Esto es ¡Esparta!

Espartanos, preparad el desayuno, y alimentaos bien, ¡porque esta noche cenaremos en el infierno!

Vuestros exploradores sirvieron como buena argamasa para nuestros muros.

Pero si llevamos compartiendo nuestra cultura con tus hombres toda la mañana.

Llegará una nueva época, una época de libertad. Y todos sabrán que 300 espartanos dieron hasta su último aliento para defenderla.

¡Aquí es donde les contendremos! ¡Aquí es donde nosotros lucharemos! ¡Y aquí es donde ellos morirán!

No les deis nada: ¡Arrebatádselo todo!

- ¡Espartanos! ¿Cuál es vuestro oficio?
- ¡Ahu! ¡Ahu! ¡Ahu!

- ¿Cómo osa una mujer entrometerse en una conversación de hombres?
- Porque sólo las mujeres espartanas traemos al mundo a verdaderos hombres.

En cuanto pudo mantenerse en pie fue bautizado en el noble arte del combate. Le enseñaron a no retirarse jamás, a no rendirse jamás, a que morir en el campo de batalla, al servicio de Esparta, era la mayor gloria que podía alcanzar en vida.

Si buscáis sangre, sois bienvenidos.

El verdadero poder de un espartano reside en el compañero que lucha a su lado.